En una región de Grecia llamado Etolia reinaba Oresteo.
Un día, una de sus perras, dio a luz un trozo de madera.
El rey, decepcionado, enterró el trozo de madera en el suelo.
De dicho tronco, brotó una magnífica cepa, que producía grandes racimos.
Para conmemorar esto, el rey Oresteo dio a su hijo el nombre de Fitio, que significa brotar.
Fitio sería luego el padre del rey Eneo, al que cuenta la leyenda que le fue regalada la primera cepa de vid plantada en Grecia por parte de Dionisio.
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