Dionisio y el vino

Cuenta la leyenda, que Dionosio, hijo de Zeus, encontró una pequeña planta con unos delicados brotes.
Para protegerla, la colocó dentro del hueso de un pájaro.
Cuando el brote creció, la cambió al fémur de un león.
La planta siguió creciendo, y Dionisio la colocó en el hueso de un asno.
Con el tiempo, la planta dió su fruto, la uva, la cual Dionisio transformó en una deliciosa bebida conocida como vino.



Dicen, que de este primer cultivo surge la capacidad de esta bebida para proporcionar a los seres que la consumen las cualidades de los animales cuyos huesos la acunaron.

Los humanos que beben el vino con moderación, no tardan en ponerse alegres como pájaros y, como ellos, cantan y disfrutan de la vida.

Si continúan bebiendo el néctar de Dionisio, adquieren la bravura de un león.

Pero, si confiando demasiado en la fuerza adquirida se aficionan al vino, terminan con la cabeza gacha y se entregan a toda clase de acciones poco inteligentes como asnos.